Diario de una viajera neurótica: hola hola Buenos Aires.

Para los que vivimos fuera de la Argentina, cuenta la leyenda que sus  habitantes son sangrones (prepotentes, pues) porque se sienten europeos y eso les da un aire de superioridad que no soportamos en toda América. En esta leyenda hay cosas ciertas y falsas, por supuesto. 

La parte cierta es que sí, los argentinos piensan que son europeos y tratan de resaltar todo lo posible esa herencia. En palabras de un argentino, esta es la definición que tienen de sí mismos: un español que habla italiano que se viste como francés creyéndose un lord inglés.

Los porteños (algo así como los chilangos) son los que hacen más mucho patente esa condición y eso se ve clarísimo en su arquitectura y urbanismo; nada más no conducen por la derecha porque ya sería mucho exhibicionismo, pero Buenos Aires (capital Federal) es un conjunto de edificios entre ingleses, castillitos alemanes y chalets suizos. Portan orgullosísimos sus apellidos italianos (la gran mayoría) y niegan sus raíces indígenas porque para ellos, la Argentina fue fundada por inmigrantes. Y la gente que ya habitaba el territorio, bien gracias. . 

Claro, en este lugar hubo mucho menos mestizaje pero de todas formas, las raíces indígenas siempre formarán parte de la historia, queramos o no. 

Pero no estábamos hablando de eso. 

Cuando llegó la oleada de argentinos a México, pensábamos que eran gente como la que nos pintaban los chistes. Después conocí gente como Gabi,  Chiqui, Coco, Cintia, Guille entre otros, que se encargaron de borrar los prejuicios que particularmente, yo tenía. Pero lo curioso es que casi ninguno de ellos es porteño, es decir, vinieron sin esa superioridad citadina que nos caga y que (los habitantes del DF debo admitir) también tenemos.

Ahora que estoy aquí no he tenido oportunidad de tratar casi con ningún porteño. Salvo el guapetón de la agencia de viajes, pero claro, debía tratarme bien porque ahí estaba su comisión. No puedo hablar con conocimiento de causa, pero sí puedo decir algo sobre el punto al que yo quería llegar que es la arquitectura.

Los que tenga la fortuna de conocer Europa no podrán dejarme mentir: esta es una ciudad que quiere ser europea por donde se vea. Desde las iglesias góticas (a mi me dicen catedral y pienso en churriguresco), las casas, los edificios… en todos lados se siente un sabor que al menos en México no hay. Allá nos encanta sentirnos gringos porque la influencia es enorme. Acá toman el mate a las 5 pm, se asolean en los jardines mientras toman la picada (una tablita con queso, jamón crudo y vino), detallitos así.

La ciudad en sí, es una enorme urbe cosmopolita a la que no le hace falta nada, ni siquiera el mar (bueno, es el río pero si huele salado, parece mar). Claro tiene sus flaquezas: dicen que el subte (o el metro) es un buen transporte público, pero el tren que va para la provincia tiene deficiencias enormes. No hay casi secuestros o mafia del narcotráfico, pero las villas (o ciudades perdidas como las conocemos en México) se multiplican de forma escandalosa (por un barrio de media alta, hay una villa al lado), porque la inflación es del 26% y la gente ya no tiene donde vivir. hay pocos secuestros, pero el número de delitos por los carteristas y roba bolsas sube como la espuma… 

Aún así es un lugar donde viviría sin hacerme del rogar. Nada más tráiganme una tonelada de chiles chilpotles, jalapeños y ya.

 

¿alguien dijo Inglaterra?

 

río Tigre

 

catedral de La Plata

 

Puerto Madero

 

municipalidad de La Plata

 

Los monoblocks de Buenos Aires capital

 

El Obelisco

 

Más Puerto Madero

 

Museo de Tigre

 

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Comments (

1

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  1. Moisés Barrios

    ¡Claro, el chile!